Contaminación acústica
Si
vives en un barrio muy ruidoso, cerca de un aeropuerto, autopistas o de una
zona de discotecas sabrás muy bien de lo que hablamos. La contaminación
acústica se produce con cualquier ruido excesivo ya sea en proporción,
frecuencia, tono, volumen o ritmo.
Además
de ser muy molesto, puede provocarnos estrés, trastornos del sueño, pérdida de
audición e incluso afecciones cardiovasculares. Pero también altera negativamente
el equilibrio de los ecosistemas. En el caso de las aves, por ejemplo, influye
en sus migraciones y ciclos reproductivos.
Contaminación lumínica
Se produce especialmente en las ciudades durante la noche y
hace referencia a la iluminación artificial excesiva que emiten las
poblaciones. De igual manera que la acústica, este tipo de contaminación
ambiental no compromete la supervivencia de los seres humanos. Sin embargo,
produce enfermedades como las relacionadas con la visión, alteraciones del
sueño o migrañas. También afecta a los ecosistemas nocturnos ya que provoca a
animales e insectos problemas de orientación y alteraciones en sus ciclos
biológicos.
La única manera de controlar la contaminación lumínica es
reducir la cantidad de luz que enviamos al Cielo, reducir el consumo, usar
lámparas monocromáticas de sodio a baja presión y no iluminar allí donde no
hace falta. Debemos respetar el ecosistema nocturno.
En particular el alumbrado público contamina con diferentes
colores el brillo celeste de la atmósfera, se sabe que el menos contaminante es
la luz de sodio de baja presión y el más las luces incandescentes y los cálidos
metálicos (luces de mercurio).
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